
Transformación del sistema de salud en el posneoliberalismo: "Condiciones favorables y obstáculos para la renovación de los viejos moldes biomédicos asistencialistas".
Dra. Consuelo Chapela. / Dr. Jaime Breilh. / Moderador: Dr. Mario Borini
IV Congreso AMGBA – 2015
CONFERENCIA. (PARTE 1)
Dr. MARIO BORINI
Espero que esta charla nos sirva para develar este misterio: qué viene después del posneoliberalismo. Y esta idea de que Jaime le pone tanta teoría a la determinación, que nos coloca ahora en qué determinación tendremos en el post neoliberalismo que pueda surgir superadora de este neoliberalismo, y con la compañía de Consuelo que nos adiestrará un poco de como ha sido esta conversación profunda que ha mantenido tantos años en esta participación del campo de los hechos.
Dra. CONSUELO CHAPELA
Estamos primero en esta forma distinta de trabajar que es a través de una sala en donde no hay una mesa de por medio que nos defienda porque, finalmente, la mesa defiende a los que estamos acá. Ahora lo que nos separa son las luces.
Empiezo por reconocer este cambio que es el poner una sala en lugar de una mesa. Una invitación a estar, en lugar de separar.
Quiero decir primero que, efectivamente yo me siento en una posición muy rara, porque después de ver en la inauguración y en todos estos días, las cosas que ustedes hacen, que ustedes saben, que ustedes quieren, para uno es muy difícil decir bueno ¿qué pasa? ¿Qué es eso del posneoliberalismo y qué viene después.
Si. Finalmente se necesita tener ciertos elementos, ciertas coordenadas para poder armar una constelación que nos pueda construir un camino. Voy a mencionar algunas cosas, cuestiones nada más como guías. Estamos en un lugar en donde se está promoviendo la crítica y, entonces, desde la mirada crítica necesitamos entender primero, mirar las situaciones como desapegadamente. Ver como uno las ve y decirlas, sabiendo que es como uno las ve y no como todos las ven.
Mirar críticamente y luego decir lo que se ve es peligroso. Es peligroso porque uno está mirando lo que uno mira, y eso que uno mira actualmente no es nada, nada bonito, nada agradable y no nos gusta verlo, no nos gusta pensarlo, no nos gusta decirlo.
El cambio verdadero sin embargo requiere de mirar críticamente. Si nosotros nos impedimos mirar, nos dependemos de mirar en lo que estamos, no podemos transformar. Si nos asustamos con lo que estamos mirando no puede haber posibilidad de cambio. El cambio verdadero, el cambio auténtico, el cambio de dejar decir y sentirse requiere el mirar, aunque me dé miedo.
Es mucho más cómodo no mirar. Y esto lo estoy diciendo porque ahorita viene un listado de catástrofes que finalmente es lo que yo veo desde los ojos que tengo para mirar.
¿La situación? Se están difuminando los estados nacionales. Se puede hablar de la Argentina, pero qué es la argentina en el contexto planetario donde está. ¿Realmente hay soberanía? ¿Realmente hay posibilidad de autonomía de las naciones estando en un lugar en donde hay una planetarización de una hegemonía del mercado en donde no zafamos de eso?. Entonces hay una difuminación de los estados nacionales. Pero uno tiene la consigna, y la gana, y el entrenamiento para mirarse, para mirarnos como nación, cuando eso a lo mejor ya no existe.
Estamos en una hegemonía de mercado, pero el mercado no tiene proyecto humano, en el mercado desaparece lo humano, lo único que existe es la mercancía y, por lo tanto, lo trascendente no interesa. Y cuando hablamos nosotros de medicina en general, y cuando hablamos de pensamiento crítico, estamos hablando de lo humano y lo trascendente. Entonces estamos en un mundo donde lo que nosotros pensamos no importa. Eso no existe.
Se trata de pulverizar lo humano y de construir el reinado del miedo. Las instituciones planetarias se convierten entonces, no en servidoras de los intereses nacionales, o de los intereses colectivos, sino se vuelven recursos de la hegemonía. Las instrucciones de ese gran monstruo planetario son cumplidas por las instituciones. Los gobiernos son recursos hegemónicos planetarios que lo que buscan es ganar los significados para ir por los territorios.
Yo oigo mucho aquí utilizar la palabra territorio, y es muy peligrosa esa palabra. Porque necesitamos definir qué es y en este momento lo vamos a definir. Pero sí, la nominación necesita ganar los significados de las cosas del mundo -porque el mundo finalmente lo construimos con los significados- para poder ir por las cosas materiales ese mundo, para poder ir por dinero, para poder ir por los campos. Aquí en Argentina yo veo los inmensos campos de soja, soja transgénica y demás, pero para eso se tuvo que haber ganado el significado de los granos, del comercio, etcétera. Entonces es ganar los significados para ir por los territorios.
Y las instituciones de socialización primaria secundaria y terciaria son funcionales a ganar esos significados. Sí, la familia, la escuela, los medios masivos de comunicación, las escuelas de formación profesionales, etcétera, son funcionales para construir los significados necesarios para concretarla, para lograr esa hegemonía.
La ciencia única, esa ciencia a la que todo mundo le rinde (culto), la ciencia única, la educación, la cultura y la salud son principales constructores de significado.
Las instituciones promueven necesidades, construyen necesidades. No buscan, no identifican las necesidades de la población. Ven cuáles son mis necesidades, o sea las necesidades de la hegemonía, para entonces construir, provocan las necesidades del público y se convierten entonces en vendedoras de mercancía.
El último territorio, o el territorio que ya no se puede reducir más para ganar, es el cuerpo, el cuerpo humano.
Yo necesito tener los cuerpos para ganar la práctica de los cuerpos, para hacer lo que yo quiero.
Y esos cuerpos se vuelven los sitios de inscripción de las relaciones de poder. Esto ya lo decíamos desde antes. La enfermedad se convierte en una necesidad de la producción. Se necesita la enfermedad para poder realizar el producto. Y los sistemas de salud entonces se vuelven generadores de ilusiones sociales, que es este imaginario social sobre lo que debo de ser, sobre lo que es el mundo, sobre a dónde voy, etcétera, que se construyen pues a partir de esas necesidades inventadas producidas para poder realizar la mercancía.
La invasión de la salud se necesita para la construcción de conciencia. Entonces cada quien dice salud, un sistema de salud, cuando no hay ningún sistema de salud. Son formas de atención médica, o cosas de este tipo, pero se construye un imaginario sobre lo que puede ser salud y ejércitos de compradores y vendedores. Los vendedores son las instituciones, los compradores van y compran a las instituciones. Hace rato comentaba, si la gente no comprará los productos del mercado de la salud, pues estos proyectos tendrían que salir del mercado. Pero los compramos. La mercancía nos la venden de acuerdo con tus necesidades, posibilidades y están diseñadas pensando precisamente en ti. Cada vacuna es para que tú seas feliz. Si tú te vacunas vas a ser feliz. Entonces vacunemos a toda la población y olvidémonos del trabajo, olvidémonos de las relaciones, porque de vacunas vas a ser feliz. El tipo de imaginarios sociales. ¿Cuáles son los significados que arraigan para poder lograr esto? Los voy nada más a mencionar. Es necesario producir una suerte de anestesia social. Estamos metiendo "deones", sí, estamos cometiendo puro significado deontológico. O sea, el tener, el deber, el si no haces entonces te pasa, con la correspondiente sanción social. No se necesitan policías porque la misma sociedad es la que te va a obligar, o te va a castigar si no haces tal o cual cosa.
Tenemos que secuestrar el ayer y secuestrar el mañana. Se necesita no pensar en la historia y no mirar hacia adelante. El mundo es de los ganadores. Si tu no ganas y eres pobre, pues tu no perteneces al mundo. Y se vale matar a los perdedores. Esos no cuentan, esos no existen.
Porque, además, los perdedores no piensan, y si no piensas -"pienso luego existo"- entonces no existes. Entonces yo puedo hacer a un lado a los perdedores, o sea todos los pobres, a todos los que no consumen los productos, a todos los que no acceden a las tomografías, a todos los que no acceden a todo el medicamento de la agonía, etcétera. A esos los puedo hacer a un lado porque no existen, no piensan, no son seres humanos.
Y si no piensan, además, como los demás, si alguien tiene un pensamiento crítico y piensa algo diferente a lo que piensa la masa, el conjunto, entonces ese no piensa, por lo tanto, no existe.
Por lo tanto, lo puedo hacer a un lado, lo puedo excluir. Esto nos lleva a la multiplicación de todas las formas de violencia, porque el principio es yo puedo definir quién existe, quién no existe. Eso en sí es violencia. Se legitima la violencia a través de los significados.
Y esto nos lleva a significados como que la enfermedad y la muerte son malos y están relacionados con el infierno, el castigo, la culpa, el pecado, la penitencia, y la redención. Nunca se habla de que la enfermedad y la muerte nos humanizan. De que un ser no es humano si no tiene la posibilidad de enfermarse y de morir. El día en que ya no nos muramos vamos a hacer otra raza, otra especie, no podemos ser humanos. La salud se mira siempre inseparable de la enfermedad o de la muerte. No se puede pensar en la salud como algo aparte. Es también inconcebible la enfermedad como una inscripción en el cuerpo de decisiones autónomas. Si te enfermas no puede ser el resultado de lo que pensaste libremente, autónomamente.
Forzosamente estás mal y por eso es por lo que estás enfermo. Se puede conjurar la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. O sea, podemos ganarle a la muerte, porque la muerte es un mal. Y entonces tenemos la parafernalia y podemos seguir construyendo parafernalia para conjurar la enfermedad y la muerte. Es de uno por uno para los ganadores. Se fragmenta todo.
El cuerpo se vuelve ajeno, se vuelve peligroso. El mal lo traemos adentro desde antes de nacer, siempre somos los futuros diabéticos, los futuros hipertensos, los futuros dañados. Pero existen salvadores. Existe la salvación. Tú acércate a los salvadores y puedes conjurar. Lo tuyo no vale. Vale lo de los salvadores. Entonces sucede un homicidio (figurado). Lo que tú tenías antes de mí, eso ya no existe ya no se puede hacer. Y creo dependencia.
Desde mi perspectiva, aunque viendo todos los avances que han tenido ustedes entre los de la medicina general aquí, este es un momento histórico para resistir. No estamos en condiciones de pensar en ganar, pero si estamos en condiciones de pensar en resistir. Y yo creo que lo que ustedes están haciendo aquí para el contexto latinoamericano y para el contexto planetario, su resistencia.
Y ¿qué tenemos para la resistencia?, ¿qué es lo que en este momento histórico hay para la resistencia? Hay muchísimas cosas. Las tenemos escritas, pero solo voy a leer una muy importante. Aunque parezca que no, lo malo no se nos quita ni siquiera cuando culminamos la vida, aunque estemos anestesiados, dormidos, violentados y violentando, etcétera, no dejamos de ser humanos. Incluso la violencia es una forma de mostrar el resultado de lo humano.
El modelo capitalista por sí mismo es insostenible. Aunque no nos metamos nosotros ya es insostenible el modelo capitalista. No sería normal que dure mucho tiempo más. Las contradicciones surgen al interior del mismo poder. Ya no se pueden sostener las cosas con las que se hacía un bloque de poder. Hay contradicciones en el poder. La ilusión no se sostiene ante los efectos de la barbarie. Ya la gente no se la traga. No suceden las cosas como me dijeron que tenían que ser. Entonces se devela la mentira y el engaño, y de todo esto algo hemos aprendido.
Nos damos cuenta, tenemos instrumentos para ver, hoy podemos decir tenemos, hacemos esfuerzos por pensar diferente, por intentar diferente.
Se introduce en palabras contrahegemónicas en los discursos hegemónicos, como es salud, o cómo fue el intento malogrado de meter determinantes sociales de salud, claro, desbaratando la idea de determinación social de la salud. Pero finalmente algo va sucediendo contrahegemónicamente. La salud, por lo pronto, es un derecho. Aunque pocos lo comprendan está escrito que es un derecho. Se cae la escenografía de la ciencia de mercado y sus cómplices institucionales. Cada vez más nos damos cuenta de las mentiras que hay allí. Es una escenografía que se cae. Comienza el diálogo entre grupos de resistencia. Hay futuro, hay proyección, hay grupos que ejercen sus capacidades humanas, hay fe y un poquito más de humildad.
Pasamos la época de la década de los 70" y de los 80" en donde nosotros sabíamos cómo resolver el mundo. Nosotros íbamos a salvar el mundo. Pasamos eso. Estamos viviendo con un poco más de humildad. ¿Qué hacer?. Hay distintos niveles del hacer, pero uno no puede faltar. Es siempre ir a buscar al otro y buscar al otro, amigo y enemigo. Buscarlo para comprender quién soy y cómo podemos ser. Necesito siempre ir a buscar al otro. Buscar formar comunidades de significado, comunidades con cargas, con proyectos, con ilusiones comunes desde donde podamos empezar a trabajar. Ponernos y ponerla a la vida en el compromiso, en los acuerdos, no de los disensos sino en los porqués. Derribando límites y construyendo fronteras, utopías y proyectos. Afirmar la esperanza a partir de hacer con los otros. Deconstruir las palabras y las prácticas que es en donde está oculto el significado. Particularmente las palabras que más repetimos: hábitos, costumbres, comunidad, participación, atención primaria. Sí, son palabras que necesitamos deconstruir porque nos están haciendo mucho daño. Porque no sabemos de dónde vienen y las usamos, y las usamos, y las usamos con sentidos ocultos. Tenemos que deconstruir las palabras con mucha paciencia. Esto se construyó a lo largo de cientos de años.
No podemos querer desbaratarlo en un momento. Necesitamos paciencia. No es para nosotros celebrar la gloria. Es para pasar estas miradas. No detenerse más que para mirar mejor. No detenerse, pase lo que pase. Vamos y nos detenemos en la comunidad de significado para mirar de mejor manera. Imprimir sentidos diferentes a los espacios cotidianos. Cambiar de lugar la silla. Cambiar de lugar. Cambiar la manera de pasar a la gente a la consulta. Cambiar esos detalles cotidianos va cambiando los sentidos en lo cotidiano. Porque así fue como nos lo impusieron, en lo cotidiano. (Entonces debemos) buscar la presencia en los espacios de socialización, buscar la presencia en el barrio, en la calle, etcétera, igual que en las escuelas, que en los medios. Identificar, producir y diseminar significados emancipadores. Darnos cuenta de que estamos siendo esclavizados por ciertos significados y poder elegir nosotros los significados a los cuales nos queremos atar. Avanzar a partir del consenso. Avanzar con el miedo al lado. No podemos deshacernos del miedo, es un mundo con mucha violencia. Pero el miedo lo tenemos que poner al lado, no atrás o enfrente, como decía Castaneda, en relación al peyotito y los señores del peyote (NdelaR fruto alucinógeno). Tener el miedo al lado (nuestro). Recordar lo que se está haciendo y por qué se hace. Se nos olvida. Se nos olvida qué estamos haciendo. Nos metemos y al rato ya no sabemos por qué estamos haciendo. No regresamos a mirarnos, no nos pensamos. Participar en la construcción de las instituciones. No sacarle a la construcción de las instituciones. Tomar, reivindicar el derecho de detener la institución. La institución es nuestra.
La institución la hizo el pueblo. No, no se trata de desbaratar la institución, se trata de regresar la institución a las manos de sus dueños. Identificar, pero identificar cuándo, cómo y hasta dónde voy a participar en la construcción de las instituciones. Me meto porque voy a tomar allí un poco de poder, del institucional, y al rato estoy feliz nadando con el poder institucional y ya se me olvidó se me olvidó cuando entré, como entré y para que entraba, y hasta dónde es que estoy dispuesta a jugar en este juego. El hacer cotidiano, hacer lo verdadero, lo que hagamos en donde hagamos, cómo lo hagamos, tiene que ser auténtico. Sí, por chiquito que sea, si es auténtico es crítico, si es auténtico es distinto, porque el mundo nos dice que seamos falsos. Cuando somos auténticos estamos siendo revolucionarios. Utilizar los recursos institucionales. Nosotros contamos con un recurso institucional. Bueno, ese recurso llevarlo, transformarlo, en lo cotidiano, hacia lo que nosotros necesitamos, o lo que la comunidad necesita. Y apoyarse siempre en nuestras comunidades de significado. Poner los instrumentos en manos de la gente no es ir a que, junto con la gente, hacer ver cómo está la diabetes o cómo está la hipertensión.
No. Que la gente pueda ver quién es, en dónde está, que la misma gente con los instrumentos que nosotros no soltamos, la misma gente decida cuáles son sus indicadores, cuáles son sus parámetros y hacia dónde quieren cambiar sus otras cosas. Que la gente defina su sufrimiento, que defina de qué se enferma, no guiarnos por la clasificación internacional de las enfermedades, sino por lo que la gente se enferma, de lo que la gente diga que se está enfermando. Derivar los indicadores de la información autónoma y producir información autónoma, y asumir la función de Hermes (NdelaR dios griego), que es llevar el mensaje, llevar la información de un lado al otro. Esto es lo que dice la institución, esto es lo que le mandan decir a la institución. Esto es lo que digo yo, que soy el que estoy sufriendo, pero escucho, y (entonces) lograr esos canales. Contrastar la información, investigar sistemáticamente, observar y analizar las prácticas. Ser vigilantes de las prácticas institucionales continuamente y publicar lo que observamos, lo que vivimos, lo que hacemos. Necesitamos contemplar, entendida la contemplación como mirar las causas con el corazón y dejar que nos llegue, aunque nos duela, dejar que nos llegue. Contemplar las cosas, recordar (que hay que) hacer que pasen por el corazón las cosas y sentir, discutir, reflexionar, vigilar la práctica y una vigilancia epistemológica muy rigurosa.
Termino con estas cuatro preguntas que yo hago continuamente. No nada más para lo que yo hago, sino cuando el otro hace también una política sanitaria, un programa de salud, o un afiche, o un discurso, una campaña de esto o lo otro. Si le hacemos esas cuatro preguntas a este Congreso:
1- ¿Para este Congreso, quién es el otro?. ¿Para este programa, quién es el otro?. ¿Para esta práctica que estoy haciendo, quién es el otro? ¿Es una cosa, es un agente de su propia vida, qué es?
2-¿Cómo clasificó las cosas del mundo? Y cuando habló en primera persona, es que estoy hablando en primera persona a veces individual, a veces colectiva, a veces un colectivo muy amplio-. Pero la pregunta es: ¿cómo clasificó las cosas del mundo?. Aquí están los significados, es cielo e infierno, lo bueno y malo, culpa y pecado, médico-paciente, salud-enfermedad, atención primaria, secundaria, terciaria. Estoy clasificando el mundo como computadora, 0 y 1 (NdelaR: binario), pues estoy en un sitio.
3- ¿Estoy dispuesta a que cada día se me rompan los esquemas como sucede en este Congreso, que cada día tengo que cambiar eso? Porque cada día ustedes obligan a cambiar (el) cómo piensa uno. Cómo (alguien) clasificó las cosas que mostró cuando (yo) pregunto, cómo pregunto, qué es lo que estoy buscando. Cuál es mi metodología, ¿es una metodología cerrada, positivista, o estoy pensando en una metodología de rizoma, crítica, hermenéutica?, en fin.
4- Y la pregunta: ¿Tengo un poder, para qué lo quiero?, ¿lo quiero para la dominación?, ¿lo quiero para darle más poder a la hegemonía?, ¿para la institución?, ¿para conservar mi trabajo?. ¿Para qué quiero poder? O lo quiero para la construcción de ciudadanía, para lograr que cada persona sea dueña de su ciudad, entendida la ciudad como lo sabio, lo bueno, lo justo, si (obviamente) entendiera la ciudad como eso. Estas cuatro preguntas, al menos a mí, me han ayudado muchísimo para tratar de ver la congruencia que existe en distintos discursos, comenzando con el mío.
Material Adjunto:
IV Congreso AMGBA – 2015
CONFERENCIA. (PARTE 1)
Dr. MARIO BORINI
Espero que esta charla nos sirva para develar este misterio: qué viene después del posneoliberalismo. Y esta idea de que Jaime le pone tanta teoría a la determinación, que nos coloca ahora en qué determinación tendremos en el post neoliberalismo que pueda surgir superadora de este neoliberalismo, y con la compañía de Consuelo que nos adiestrará un poco de como ha sido esta conversación profunda que ha mantenido tantos años en esta participación del campo de los hechos.
Dra. CONSUELO CHAPELA
Estamos primero en esta forma distinta de trabajar que es a través de una sala en donde no hay una mesa de por medio que nos defienda porque, finalmente, la mesa defiende a los que estamos acá. Ahora lo que nos separa son las luces.
Empiezo por reconocer este cambio que es el poner una sala en lugar de una mesa. Una invitación a estar, en lugar de separar.
Quiero decir primero que, efectivamente yo me siento en una posición muy rara, porque después de ver en la inauguración y en todos estos días, las cosas que ustedes hacen, que ustedes saben, que ustedes quieren, para uno es muy difícil decir bueno ¿qué pasa? ¿Qué es eso del posneoliberalismo y qué viene después.
Si. Finalmente se necesita tener ciertos elementos, ciertas coordenadas para poder armar una constelación que nos pueda construir un camino. Voy a mencionar algunas cosas, cuestiones nada más como guías. Estamos en un lugar en donde se está promoviendo la crítica y, entonces, desde la mirada crítica necesitamos entender primero, mirar las situaciones como desapegadamente. Ver como uno las ve y decirlas, sabiendo que es como uno las ve y no como todos las ven.
Mirar críticamente y luego decir lo que se ve es peligroso. Es peligroso porque uno está mirando lo que uno mira, y eso que uno mira actualmente no es nada, nada bonito, nada agradable y no nos gusta verlo, no nos gusta pensarlo, no nos gusta decirlo.
El cambio verdadero sin embargo requiere de mirar críticamente. Si nosotros nos impedimos mirar, nos dependemos de mirar en lo que estamos, no podemos transformar. Si nos asustamos con lo que estamos mirando no puede haber posibilidad de cambio. El cambio verdadero, el cambio auténtico, el cambio de dejar decir y sentirse requiere el mirar, aunque me dé miedo.
Es mucho más cómodo no mirar. Y esto lo estoy diciendo porque ahorita viene un listado de catástrofes que finalmente es lo que yo veo desde los ojos que tengo para mirar.
¿La situación? Se están difuminando los estados nacionales. Se puede hablar de la Argentina, pero qué es la argentina en el contexto planetario donde está. ¿Realmente hay soberanía? ¿Realmente hay posibilidad de autonomía de las naciones estando en un lugar en donde hay una planetarización de una hegemonía del mercado en donde no zafamos de eso?. Entonces hay una difuminación de los estados nacionales. Pero uno tiene la consigna, y la gana, y el entrenamiento para mirarse, para mirarnos como nación, cuando eso a lo mejor ya no existe.
Estamos en una hegemonía de mercado, pero el mercado no tiene proyecto humano, en el mercado desaparece lo humano, lo único que existe es la mercancía y, por lo tanto, lo trascendente no interesa. Y cuando hablamos nosotros de medicina en general, y cuando hablamos de pensamiento crítico, estamos hablando de lo humano y lo trascendente. Entonces estamos en un mundo donde lo que nosotros pensamos no importa. Eso no existe.
Se trata de pulverizar lo humano y de construir el reinado del miedo. Las instituciones planetarias se convierten entonces, no en servidoras de los intereses nacionales, o de los intereses colectivos, sino se vuelven recursos de la hegemonía. Las instrucciones de ese gran monstruo planetario son cumplidas por las instituciones. Los gobiernos son recursos hegemónicos planetarios que lo que buscan es ganar los significados para ir por los territorios.
Yo oigo mucho aquí utilizar la palabra territorio, y es muy peligrosa esa palabra. Porque necesitamos definir qué es y en este momento lo vamos a definir. Pero sí, la nominación necesita ganar los significados de las cosas del mundo -porque el mundo finalmente lo construimos con los significados- para poder ir por las cosas materiales ese mundo, para poder ir por dinero, para poder ir por los campos. Aquí en Argentina yo veo los inmensos campos de soja, soja transgénica y demás, pero para eso se tuvo que haber ganado el significado de los granos, del comercio, etcétera. Entonces es ganar los significados para ir por los territorios.
Y las instituciones de socialización primaria secundaria y terciaria son funcionales a ganar esos significados. Sí, la familia, la escuela, los medios masivos de comunicación, las escuelas de formación profesionales, etcétera, son funcionales para construir los significados necesarios para concretarla, para lograr esa hegemonía.
La ciencia única, esa ciencia a la que todo mundo le rinde (culto), la ciencia única, la educación, la cultura y la salud son principales constructores de significado.
Las instituciones promueven necesidades, construyen necesidades. No buscan, no identifican las necesidades de la población. Ven cuáles son mis necesidades, o sea las necesidades de la hegemonía, para entonces construir, provocan las necesidades del público y se convierten entonces en vendedoras de mercancía.
El último territorio, o el territorio que ya no se puede reducir más para ganar, es el cuerpo, el cuerpo humano.
Yo necesito tener los cuerpos para ganar la práctica de los cuerpos, para hacer lo que yo quiero.
Y esos cuerpos se vuelven los sitios de inscripción de las relaciones de poder. Esto ya lo decíamos desde antes. La enfermedad se convierte en una necesidad de la producción. Se necesita la enfermedad para poder realizar el producto. Y los sistemas de salud entonces se vuelven generadores de ilusiones sociales, que es este imaginario social sobre lo que debo de ser, sobre lo que es el mundo, sobre a dónde voy, etcétera, que se construyen pues a partir de esas necesidades inventadas producidas para poder realizar la mercancía.
La invasión de la salud se necesita para la construcción de conciencia. Entonces cada quien dice salud, un sistema de salud, cuando no hay ningún sistema de salud. Son formas de atención médica, o cosas de este tipo, pero se construye un imaginario sobre lo que puede ser salud y ejércitos de compradores y vendedores. Los vendedores son las instituciones, los compradores van y compran a las instituciones. Hace rato comentaba, si la gente no comprará los productos del mercado de la salud, pues estos proyectos tendrían que salir del mercado. Pero los compramos. La mercancía nos la venden de acuerdo con tus necesidades, posibilidades y están diseñadas pensando precisamente en ti. Cada vacuna es para que tú seas feliz. Si tú te vacunas vas a ser feliz. Entonces vacunemos a toda la población y olvidémonos del trabajo, olvidémonos de las relaciones, porque de vacunas vas a ser feliz. El tipo de imaginarios sociales. ¿Cuáles son los significados que arraigan para poder lograr esto? Los voy nada más a mencionar. Es necesario producir una suerte de anestesia social. Estamos metiendo "deones", sí, estamos cometiendo puro significado deontológico. O sea, el tener, el deber, el si no haces entonces te pasa, con la correspondiente sanción social. No se necesitan policías porque la misma sociedad es la que te va a obligar, o te va a castigar si no haces tal o cual cosa.
Tenemos que secuestrar el ayer y secuestrar el mañana. Se necesita no pensar en la historia y no mirar hacia adelante. El mundo es de los ganadores. Si tu no ganas y eres pobre, pues tu no perteneces al mundo. Y se vale matar a los perdedores. Esos no cuentan, esos no existen.
Porque, además, los perdedores no piensan, y si no piensas -"pienso luego existo"- entonces no existes. Entonces yo puedo hacer a un lado a los perdedores, o sea todos los pobres, a todos los que no consumen los productos, a todos los que no acceden a las tomografías, a todos los que no acceden a todo el medicamento de la agonía, etcétera. A esos los puedo hacer a un lado porque no existen, no piensan, no son seres humanos.
Y si no piensan, además, como los demás, si alguien tiene un pensamiento crítico y piensa algo diferente a lo que piensa la masa, el conjunto, entonces ese no piensa, por lo tanto, no existe.
Por lo tanto, lo puedo hacer a un lado, lo puedo excluir. Esto nos lleva a la multiplicación de todas las formas de violencia, porque el principio es yo puedo definir quién existe, quién no existe. Eso en sí es violencia. Se legitima la violencia a través de los significados.
Y esto nos lleva a significados como que la enfermedad y la muerte son malos y están relacionados con el infierno, el castigo, la culpa, el pecado, la penitencia, y la redención. Nunca se habla de que la enfermedad y la muerte nos humanizan. De que un ser no es humano si no tiene la posibilidad de enfermarse y de morir. El día en que ya no nos muramos vamos a hacer otra raza, otra especie, no podemos ser humanos. La salud se mira siempre inseparable de la enfermedad o de la muerte. No se puede pensar en la salud como algo aparte. Es también inconcebible la enfermedad como una inscripción en el cuerpo de decisiones autónomas. Si te enfermas no puede ser el resultado de lo que pensaste libremente, autónomamente.
Forzosamente estás mal y por eso es por lo que estás enfermo. Se puede conjurar la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. O sea, podemos ganarle a la muerte, porque la muerte es un mal. Y entonces tenemos la parafernalia y podemos seguir construyendo parafernalia para conjurar la enfermedad y la muerte. Es de uno por uno para los ganadores. Se fragmenta todo.
El cuerpo se vuelve ajeno, se vuelve peligroso. El mal lo traemos adentro desde antes de nacer, siempre somos los futuros diabéticos, los futuros hipertensos, los futuros dañados. Pero existen salvadores. Existe la salvación. Tú acércate a los salvadores y puedes conjurar. Lo tuyo no vale. Vale lo de los salvadores. Entonces sucede un homicidio (figurado). Lo que tú tenías antes de mí, eso ya no existe ya no se puede hacer. Y creo dependencia.
Desde mi perspectiva, aunque viendo todos los avances que han tenido ustedes entre los de la medicina general aquí, este es un momento histórico para resistir. No estamos en condiciones de pensar en ganar, pero si estamos en condiciones de pensar en resistir. Y yo creo que lo que ustedes están haciendo aquí para el contexto latinoamericano y para el contexto planetario, su resistencia.
Y ¿qué tenemos para la resistencia?, ¿qué es lo que en este momento histórico hay para la resistencia? Hay muchísimas cosas. Las tenemos escritas, pero solo voy a leer una muy importante. Aunque parezca que no, lo malo no se nos quita ni siquiera cuando culminamos la vida, aunque estemos anestesiados, dormidos, violentados y violentando, etcétera, no dejamos de ser humanos. Incluso la violencia es una forma de mostrar el resultado de lo humano.
El modelo capitalista por sí mismo es insostenible. Aunque no nos metamos nosotros ya es insostenible el modelo capitalista. No sería normal que dure mucho tiempo más. Las contradicciones surgen al interior del mismo poder. Ya no se pueden sostener las cosas con las que se hacía un bloque de poder. Hay contradicciones en el poder. La ilusión no se sostiene ante los efectos de la barbarie. Ya la gente no se la traga. No suceden las cosas como me dijeron que tenían que ser. Entonces se devela la mentira y el engaño, y de todo esto algo hemos aprendido.
Nos damos cuenta, tenemos instrumentos para ver, hoy podemos decir tenemos, hacemos esfuerzos por pensar diferente, por intentar diferente.
Se introduce en palabras contrahegemónicas en los discursos hegemónicos, como es salud, o cómo fue el intento malogrado de meter determinantes sociales de salud, claro, desbaratando la idea de determinación social de la salud. Pero finalmente algo va sucediendo contrahegemónicamente. La salud, por lo pronto, es un derecho. Aunque pocos lo comprendan está escrito que es un derecho. Se cae la escenografía de la ciencia de mercado y sus cómplices institucionales. Cada vez más nos damos cuenta de las mentiras que hay allí. Es una escenografía que se cae. Comienza el diálogo entre grupos de resistencia. Hay futuro, hay proyección, hay grupos que ejercen sus capacidades humanas, hay fe y un poquito más de humildad.
Pasamos la época de la década de los 70" y de los 80" en donde nosotros sabíamos cómo resolver el mundo. Nosotros íbamos a salvar el mundo. Pasamos eso. Estamos viviendo con un poco más de humildad. ¿Qué hacer?. Hay distintos niveles del hacer, pero uno no puede faltar. Es siempre ir a buscar al otro y buscar al otro, amigo y enemigo. Buscarlo para comprender quién soy y cómo podemos ser. Necesito siempre ir a buscar al otro. Buscar formar comunidades de significado, comunidades con cargas, con proyectos, con ilusiones comunes desde donde podamos empezar a trabajar. Ponernos y ponerla a la vida en el compromiso, en los acuerdos, no de los disensos sino en los porqués. Derribando límites y construyendo fronteras, utopías y proyectos. Afirmar la esperanza a partir de hacer con los otros. Deconstruir las palabras y las prácticas que es en donde está oculto el significado. Particularmente las palabras que más repetimos: hábitos, costumbres, comunidad, participación, atención primaria. Sí, son palabras que necesitamos deconstruir porque nos están haciendo mucho daño. Porque no sabemos de dónde vienen y las usamos, y las usamos, y las usamos con sentidos ocultos. Tenemos que deconstruir las palabras con mucha paciencia. Esto se construyó a lo largo de cientos de años.
No podemos querer desbaratarlo en un momento. Necesitamos paciencia. No es para nosotros celebrar la gloria. Es para pasar estas miradas. No detenerse más que para mirar mejor. No detenerse, pase lo que pase. Vamos y nos detenemos en la comunidad de significado para mirar de mejor manera. Imprimir sentidos diferentes a los espacios cotidianos. Cambiar de lugar la silla. Cambiar de lugar. Cambiar la manera de pasar a la gente a la consulta. Cambiar esos detalles cotidianos va cambiando los sentidos en lo cotidiano. Porque así fue como nos lo impusieron, en lo cotidiano. (Entonces debemos) buscar la presencia en los espacios de socialización, buscar la presencia en el barrio, en la calle, etcétera, igual que en las escuelas, que en los medios. Identificar, producir y diseminar significados emancipadores. Darnos cuenta de que estamos siendo esclavizados por ciertos significados y poder elegir nosotros los significados a los cuales nos queremos atar. Avanzar a partir del consenso. Avanzar con el miedo al lado. No podemos deshacernos del miedo, es un mundo con mucha violencia. Pero el miedo lo tenemos que poner al lado, no atrás o enfrente, como decía Castaneda, en relación al peyotito y los señores del peyote (NdelaR fruto alucinógeno). Tener el miedo al lado (nuestro). Recordar lo que se está haciendo y por qué se hace. Se nos olvida. Se nos olvida qué estamos haciendo. Nos metemos y al rato ya no sabemos por qué estamos haciendo. No regresamos a mirarnos, no nos pensamos. Participar en la construcción de las instituciones. No sacarle a la construcción de las instituciones. Tomar, reivindicar el derecho de detener la institución. La institución es nuestra.
La institución la hizo el pueblo. No, no se trata de desbaratar la institución, se trata de regresar la institución a las manos de sus dueños. Identificar, pero identificar cuándo, cómo y hasta dónde voy a participar en la construcción de las instituciones. Me meto porque voy a tomar allí un poco de poder, del institucional, y al rato estoy feliz nadando con el poder institucional y ya se me olvidó se me olvidó cuando entré, como entré y para que entraba, y hasta dónde es que estoy dispuesta a jugar en este juego. El hacer cotidiano, hacer lo verdadero, lo que hagamos en donde hagamos, cómo lo hagamos, tiene que ser auténtico. Sí, por chiquito que sea, si es auténtico es crítico, si es auténtico es distinto, porque el mundo nos dice que seamos falsos. Cuando somos auténticos estamos siendo revolucionarios. Utilizar los recursos institucionales. Nosotros contamos con un recurso institucional. Bueno, ese recurso llevarlo, transformarlo, en lo cotidiano, hacia lo que nosotros necesitamos, o lo que la comunidad necesita. Y apoyarse siempre en nuestras comunidades de significado. Poner los instrumentos en manos de la gente no es ir a que, junto con la gente, hacer ver cómo está la diabetes o cómo está la hipertensión.
No. Que la gente pueda ver quién es, en dónde está, que la misma gente con los instrumentos que nosotros no soltamos, la misma gente decida cuáles son sus indicadores, cuáles son sus parámetros y hacia dónde quieren cambiar sus otras cosas. Que la gente defina su sufrimiento, que defina de qué se enferma, no guiarnos por la clasificación internacional de las enfermedades, sino por lo que la gente se enferma, de lo que la gente diga que se está enfermando. Derivar los indicadores de la información autónoma y producir información autónoma, y asumir la función de Hermes (NdelaR dios griego), que es llevar el mensaje, llevar la información de un lado al otro. Esto es lo que dice la institución, esto es lo que le mandan decir a la institución. Esto es lo que digo yo, que soy el que estoy sufriendo, pero escucho, y (entonces) lograr esos canales. Contrastar la información, investigar sistemáticamente, observar y analizar las prácticas. Ser vigilantes de las prácticas institucionales continuamente y publicar lo que observamos, lo que vivimos, lo que hacemos. Necesitamos contemplar, entendida la contemplación como mirar las causas con el corazón y dejar que nos llegue, aunque nos duela, dejar que nos llegue. Contemplar las cosas, recordar (que hay que) hacer que pasen por el corazón las cosas y sentir, discutir, reflexionar, vigilar la práctica y una vigilancia epistemológica muy rigurosa.
Termino con estas cuatro preguntas que yo hago continuamente. No nada más para lo que yo hago, sino cuando el otro hace también una política sanitaria, un programa de salud, o un afiche, o un discurso, una campaña de esto o lo otro. Si le hacemos esas cuatro preguntas a este Congreso:
1- ¿Para este Congreso, quién es el otro?. ¿Para este programa, quién es el otro?. ¿Para esta práctica que estoy haciendo, quién es el otro? ¿Es una cosa, es un agente de su propia vida, qué es?
2-¿Cómo clasificó las cosas del mundo? Y cuando habló en primera persona, es que estoy hablando en primera persona a veces individual, a veces colectiva, a veces un colectivo muy amplio-. Pero la pregunta es: ¿cómo clasificó las cosas del mundo?. Aquí están los significados, es cielo e infierno, lo bueno y malo, culpa y pecado, médico-paciente, salud-enfermedad, atención primaria, secundaria, terciaria. Estoy clasificando el mundo como computadora, 0 y 1 (NdelaR: binario), pues estoy en un sitio.
3- ¿Estoy dispuesta a que cada día se me rompan los esquemas como sucede en este Congreso, que cada día tengo que cambiar eso? Porque cada día ustedes obligan a cambiar (el) cómo piensa uno. Cómo (alguien) clasificó las cosas que mostró cuando (yo) pregunto, cómo pregunto, qué es lo que estoy buscando. Cuál es mi metodología, ¿es una metodología cerrada, positivista, o estoy pensando en una metodología de rizoma, crítica, hermenéutica?, en fin.
4- Y la pregunta: ¿Tengo un poder, para qué lo quiero?, ¿lo quiero para la dominación?, ¿lo quiero para darle más poder a la hegemonía?, ¿para la institución?, ¿para conservar mi trabajo?. ¿Para qué quiero poder? O lo quiero para la construcción de ciudadanía, para lograr que cada persona sea dueña de su ciudad, entendida la ciudad como lo sabio, lo bueno, lo justo, si (obviamente) entendiera la ciudad como eso. Estas cuatro preguntas, al menos a mí, me han ayudado muchísimo para tratar de ver la congruencia que existe en distintos discursos, comenzando con el mío.
Material Adjunto:
